COLUMNISTA
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A la hora de ir a una reunión importante, todos le asignamos una gran cantidad de tiempo a escoger la mejor ropa y los mejores zapatos, pero cuánto tiempo le dedicamos a elegir la mejor frase y peor (o mejor) aún, cuánto invertimos en buscar la mejor respuesta para rebatir el mejor argumento del "otro". Los franceses denominaron hace ya muchos años como "genio de escalera" a aquella persona que cuando sale de una reunión piensa "debería haberle dicho tal cosa o contestado tal otra" (sí, esto es muy frecuente, y no te pasa a vos solo). Pero como todo en esta vida eso también puede evitarse. Las reuniones laborales, empresariales e incluso personales, se parecen mucho a las partidas de ajedrez, tal es así que Gari Kasparafov, publicó recientemente un libro titulado: "Como la vida imita al ajedrez". En este juego, como en la comunicación todo depende del estudio, la preparación y la práctica. A ningún jugador de ajedrez, se le ocurriría ir a la partida a ver qué pasa y en base a eso reaccionar, el tiempo que se perdería entre jugada y jugada sería mortal. Ante una partida concreta se estudia al rival, quién es, cómo juega, a qué se dedica, cuál es su temperamento, qué le gusta y qué le disgusta, cómo reacciona a determinadas jugadas y cuál es su estrategia más habitual, en una palabra: todo. A modo de ejemplo, Claudia Amura, la mejor ajedrecista argentina de toda la historia, para ir a jugar el mundial a Rusia llevo su partida con blancas armada desde Merlo, San Luis, y obviamente ganó. En comunicación pasa lo mismo, si vos analizás al otro, tendrás más posibilidades de que el resultado del encuentro se vuelva a tu favor y esas chances se incrementan exponencialmente si uno practica y ensaya esa reunión una y otra vez. Esto se puede hacer solo o acompañado, el tema es sencillo hay que jugar esa charla todas las veces que sea posible, cuántas más mejor. Si uno prepara y anticipa las posibles respuestas de los demás, estará mejor preparado para responderlas y lo hará durante la reunión y no derrotado en la escalera. Cuantas más intervenciones del otro se analicen con nuestras posibles respuestas y los correspondientes retruques, más cerca estaremos de la victoria. Watson solía maravillarse de las brillantes salidas de Sherlock Holmes y de su capacidad para resolver los casos, a lo cual el detective de Conan Doyle respondía "cuando se conocen al dedillo 1.000 casos es prácticamente imposible no resolver el 1.001". En las reuniones
pasa exactamente lo mismo, si analizaste 1.000 alternativas, aunque nuestro
interlocutor aparezca con la 1.001, es casi imposible no tener la respuesta.
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