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Por Viviana Berger y Angel Apolo (*) La angustia y el desconcierto frente a la crisis lleva a tomar decisiones impulsivas, buscando salidas mágicas o inmediatas. La "solución" más frecuente fue "vía Ezeiza". En los primeros ocho meses de 2002, se multiplicó por diez la cifra de argentinos que emigraban, respecto de 1999. Hoy las aguas están algo más calmas, pero la idea sigue torturando a más de uno.. ¿con qué marco se toma una decisión de tal envergadura? Reflexiones y dos historias reales. Actualmente,
las posibilidades del mercado laboral, la empleabilidad y la planificación
de una carrera profesional ya no tienen el mismo color que tenían
a mediados de los 90. En lo que respecta a nuestra franja de jóvenes
profesionales el paisaje se presenta como un gran desierto al que se ha
llegado después de una sacrificada travesía por la universidad
y que hace replantearse un ¿para qué? -"¿Para
esto????" es la pregunta.
Por otra parte, se escuchan cada vez más frecuentemente los testimonios de los que ya han emigrado, y relatan la compleja experiencia emocional que implica el desarraigo. "Necesito saber lo que pasa allá", "Tengo el corazón partido en dos", "Es más duro de lo que pensaba". Desde TRAMA, la red psicológica y psicoanalítica de la cual formamos parte, hemos creado un espacio específico para la investigación y atención de estas problemáticas. Dentro de nuestra Area de Jóvenes Profesionales desarrollamos un nuevo Programa para la Toma de Decisiones, cuyo objetivo consiste en construir un proyecto profesional-ocupacional sólido, sostenido sobre pilares reales y conformado según la dimensión subjetiva, particular y única de cada cual. No tenemos una posición ideológica acerca de los beneficios o perjuicios de irse o quedarse. Acompañamos el proceso personal de la decisión tomando en cuenta su repercusión subjetiva. Consideramos las demandas, expectativas y fantasmas en juego, localizando los deseos y despejando las trabas que impiden su realización. El proceso
de la decisión es complejo. Y los actos tienen sus consecuencias
y determinaciones. Ya lo dijo Borges: "no hay una sola de esas
cosas perdidas que no proyecte ahora una larga sombra y que no determine
lo que haces hoy o lo que harás mañana".
(*) 2002 - Viviana Berger y Angel Apolo son Licenciados en Psicología (U.B.A), desempeñándose desde hace más de diez años en las áreas clínica y laboral. Pertenecen a "TRAMA - red psicológica y psicoanalítica" donde desarrollan en el área de Jóvenes Profesionales diversos programas de orientación. E-mail: vivianaberger@hotmail.com / angelapolo@sinectis.com.ar
Caso
Carolina
(Sentirse extranjera en su tierra) Caso David (Un lugar a donde llegar) David se
había sentido toda su vida más americano que argentino.
Había nacido en el estado de Florida, en la misma ciudad que su
madre. Vino aquí a los 4 años porque su padre era argentino
y la decisión era vivir en Buenos Aires, una vez concluídos
sus estudios. En su casa se conservaban las constumbres americanas, se
hablaba inglés y asistía a una escuela de extranjeros. ¡Hasta
tenía en su cuarto la bandera americana! Se vestía con ropa
norteamericana y se relacionaba con norteamericanos. Comía waffles,
hot-dogs y french fries. Ya graduado en la U.B.A., casado y tras unos
años de trabajo aquí, decidió buscar allá
nuevos horizontes. Ilusionado con encontrar al fin su lugar en el mundo,
sufrió la experiencia más desconcertante de su vida.
Todas las identificaciones que lo habían sostenido hasta entonces
perdieron consistencia abruptamente y sin aviso. Si bien manejaba
la lengua como un nativo y era familiar a los códigos culturales
del país, vivía con un sentimiento constante de extraña
ajenidad. Todo el tiempo se preguntaba si esa era la forma como quería
vivir la vida: ¿en vasos plásticos y en un shopping? Extrañaba
las largas conversaciones, el clima íntimo con amigos, los abuelos
en la familia, la curiosidad por el resto del mundo, la conciencia de
que existe otro mundo, el deseo de crear. Probó vivir en varias
ciudades. Después de 10 años retornó al país
en diciembre de 2001, uno de los meses más duros del último
tiempo. Su felicidad y alegría por estar de vuelta resultarían
insólitas e inexplicables para la gran mayoría de los argentinos.
Sin embargo, David descubrió con una certeza que nunca jamás
había sentido, que finalmente aquí estaba lo que él
necesitaba para vivir.
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